Autor foto portada: FPG24E. (Felipe P.G. natural de Villoria de Órbigo)

martes, 23 de julio de 2013

Más allá del hiper. En los pueblos también hay vida

Si vives en un pueblo, o has nacido en uno aunque ya no estés en él, o visitas alguno de cuando en cuando porque tienes allí a tus padres o abuelos, o  te gustan las  vacaciones en el campo , o simplemente te gusta la naturaleza y tienes curiosidad por conocer el día a día de la vida rural, probablemente te guste este sitio. 

    Escribo desde un pueblo como tantos otros de España, emplazado a  orillas del río que da nombre a este sitio.

    No hace falta consultar estadísticas para saber que la mayor parte de sus habitantes son mayores, como en casi todos los pueblos. Para unos, esto puede ser la confirmación de la decadencia, cuándo en realidad es un tesoro de sabiduría y experiencia, si sabemos mirar un poco más allá de las arrugas.
    
   En este tenemos la suerte además de  conservar la escuela de primaria con dos aulas abiertas, lo que quiere decir que aún corren por aquí algunos niños, no demasiados. Y un instituto de secundaria muy cerca, adonde pueden hacer hasta el bachiller. Por tanto, también hay adolescentes.

   Y en medio estamos, claro, lo que se llama la población activa. La mayor parte ocupados en los sectores primario y secundario, y algunos en el de servicios.  

  

El río Orbigo en Villoria
    Porque (aún) hay pueblos con vida. Muchos

lunes, 5 de noviembre de 2012

Precio de la calidad - coste de la no calidad



Precio de la calidad - coste de la no calidad

Desde hace unos días se vienen publicando en diversos medios de comunicación artículos relacionados con
 

  • El País: Diarrea china

  • La invasión de alimentos baratos asiáticos dispara las alertas sanitarias en Bruselas


  • Una partida de fresas contaminadas acabó en comedores escolares alemanes

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/10/26/actualidad/1351272079_171324.html


  • ABC: China: Terror en las mesas europeas
          El Gran Dragón vende alimentos básicos, y Europa compra: fresas, ajos, carne... Y a mansalva. Pero no                todo es trigo limpio
http://www.abc.es/20121105/economia/abci-china-alimentos-201211051631.html 

El anterior es, a su vez,extracto de una información más amplia publicada en 
  • Finanzas. com, (XL Semanal), con el mismo título
http://www.finanzas.com/xl-semanal/magazine/20121104/china-terror-mesas-europeas-3983.html


Al leer todo esto, vinieron a mi memoria las reflexiones hechas por un cliente -y hoy además buen amigo- con las palabras que dan título a esta entrada.



Intentaré ser lo más fiel posible a sus palabras, dado el tiempo transcurrido:

Las consideraciones de este señor (profesional retirado de la industria alimentaria, y al que desde hacía unos años, le criábamos -aún se lo hacemos- nosotros el cerdo y le preparábamos  con él la matanza tradicional), surgieron comentando lo que ha sido una de las mayores alertas alimentarias habidas en los últimos años: la crisis de las vacas locas.

Hace unos 11 años de aquella conversación, en la que venía a decir este Señor lo siguiente:

Cuándo compro un alimento de calidad, sé lo que me cuesta, y porqué me cuesta eso. Sé que la crianza del cerdo que vosotros me preparáis cuesta más por diversas razones: El tiempo de cría del animal es más largo que el de un cerdo que se ceba y sacrifica de forma industrial. La alimentación natural, el mayor y más cómodo espacio del que dispone, la elaboración artesana y natural también es más cara. Eso es fácilmente evaluable. Sé que esta calidad tiene un precio y yo estoy dispuesto a pagarlo.

Pero: ¿Cuánto cuesta la “no calidad”?
Durante años hemos exigido a los ganaderos que produjeran cada vez más leche, y cada vez más barata. Se han seleccionado y reproducido los animales más rentables. Han dejado de pastar y se les ha encerrado en naves para poder aumentar los animales de cad explotación y manejar más con menos costes. Todo encaminado a mejorar la productividad, como si se tratara de un producto industrial más, sin tener en cuenta que son seres vivos, y que lo que producen nos lo vamos a comer. Hasta que se cruzó la línea roja, y se formularon piensos que incrementaban de forma espectacular  esta ”productividad”, a cambio de perpetrar una barbaridad, yendo en contra de su naturaleza. Nadie evaluó las posibles consecuencias de alimentar a animales rumiantes, y por tanto herbívoros, con restos de sus congéneres, carne en definitiva.
Volvemos a la pregunta, o mejor, a las preguntas que este sabio señor formuló:

¿Cuánto nos va a costar ahora esa supuesta productividad?  
¿Cómo evaluamos las vidas perdidas, las familias destrozadas, las personas enfermas?
¿Los gastos médicos, hospitalarios  para curarles?
¿El sacrificio de miles de animales?
¿El desplome del mercado que ha arruinado a miles de ganaderos?
¿Quien paga todo esto?

Aquella supuesta mayor productividad  de algunas industrias y el ahorro de los consumidores al comprar productos alimenticios cada vez más baratos, derivó en un alto precio a pagar  por la sociedad entera, en especial por los afectados gravemente en su salud, y algunos de ellos fallecidos.

Hace algo más de diez años que se produjo la anterior conversación.

A partir de entonces, se incremetaron los autocontroles en la industrias alimentarias, de tal forma que hoy día, prácticamente todas la empresas elaboradoras contamos con sistemas que garantizan la salubridad de los alimentos que producimos, y se vigila muy de cerca por parte de las administraciones la seguridad alimentaria de los productos elaborados.

Pero, ¿se hace lo mismo con los que llegan de fuera?


Ahora parece que los riesgos están en los alimentos  que vienen,  al igual que muchos otros productos manufacturados, de China

Los bajos costes laborales permiten ofrecer precios muy bajos en todo, incluidos alimentos. Ahora bien, a  tenor de lo que dice este reportaje, el control sobre pesticidas, abonos, y tóxicos en vegetales y de hormonas o antibióticos en animales, deja mucho que desear.
Los propios campesinos chinos ya no comen los productos que producen para comercializar en occidente, si no que cultivan los suyos aparte.
Por no hablar de los alimentos manufacturados, donde la diferencia de precio es mayor debido precisamente a los bajos costes de manipulación. Ni de los casos de fraude, como el de la leche adulterada con melamina de hace unos años, y otros que se detallan en el reportaje que ponen los pelos de punta.

Parece ser que sólo en este año, ha habido 262 avisos por parte de Bruselas a los países de la UE de productos procedentes de China perjudiciales para la salud.

Un punto importante en los protocolos de seguridad alimentaria que seguimos las empresas es el de la trazabilidad, o registro de todos y cada uno de las materias primas e ingredientes que intervienen en la elaboración de un determinado alimento, por si fuera necesario localizar e inmovilizar alguno de ellos ante una hipotética contaminación. Pues bien, de las casi 3700  advertencias de productos importados de este país el año pasado, en casi  la mitad no se pudo rastrear hasta llegar a su procedencia.

Si una empresa nacional quiere exportar alimentos ha de cumplir, según al mercado que se dirija, una serie de condiciones exigidas por las autoridades del país de destino

¿Somos nosotros igual de exigentes con lo que importamos?

¿Por qué no nos enteramos los ciudadanos de todas estos cientos de alertas y riesgos?

¿Tendremos que esperar a una nueva tragedia con decenas de vidas perdidas y cientos o miles de enfermos para reaccionar?


¿Vale todo para abaratar los alimentos? Hasta dónde se puede abaratar un alimento sin que corra peligro nuestra salud?

Por último, quiero poner el enlace a un blog que no conozco demasiado porque acabo de descubrirlo, pero me parece interesante:


Hay un par de entradas que vienen muy a propósito del tema que nos ocupa hoy:


y